Rosenfeld Marcela @Marcela_Rosenfeld
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Obras Publicadas
INSOMNIO
un Cuento de
Rosenfeld, Marcela
publicada hace 10 horas y 16 minutos


Publicada el Martes 23 de Abril del 2024, publicada hace 10 horas y 16 minutos
" INSOMNIO "


    —Profundo.

     Esa palabra resonó en mi cabeza. Tardé en reaccionar. Me había dormido en el sillón otra vez. La voz provenía de la televisión. El programa se llamaba Dalo todo. A juzgar por el juego de adivinar la palabra, debían ser las tres de la mañana. Agradecí despertar para darle un paneo a Maribel. La conductora me motivaba. Quizás era solo por ver cómo los pantalones ajustados marcaban sus largas piernas. Pero también me alegraba su entusiasmo. Aunque sea forzado, y para mantener su puesto en el programa.

    —¡Mi vida! No es esa la palabra. Te esperamos la próxima.

    Desde ya, el nivel de audiencia no era muy avispada. La señora no se dio cuenta de que eran nueve, y no ocho, los espacios que formaban la palabra. Yo hubiera probado con Profesión. Las primeras cuatro letras ya estaban reveladas, y coincidían con las mías. 

    Me picaba la pierna. Tal vez un mosquito me había atacado. O tal vez una cucaracha bebé, que anidaba en los huecos del sofá, me había mordido. Apagué el televisor. Era el momento de ir a la cama. A diario tenía esa resistencia por ir a la habitación. Hace tiempo que nadie me esperaba ahí. La última fue Brenda. Y ya habían pasado tres años de ella. A ese paso, era dudoso que vuelva a conocer a alguien más. Ella había tolerado mucho después de que me echaron del trabajo. Incluso mi inactividad. Pero no pudo soportar que la ignorara. Es que nadie quiere ser invisible para su pareja. Lo cierto, es que yo no me veía ni a mí mismo.

    Era difícil llegar a la cama. Creo que me daba miedo apagar la luz. Los sonidos de la calle se intensifican. Mi sueño se altera. Me despierto de manera constante. Tengo pesadillas. La mayoría son sobre el mismo tipo. Un fulano corpulento llamado Gregorio. Parece ser un ser nefasto y solitario. Para colmo, había engañado a unos mafiosos bien pesados para enriquecerse. Hace unas noches estaba siendo castigado por su traición. Lo último que supe de él, fue que le estaban pegando latigazos en un lugar abandonado. Lo peor de todo, es que se sentía muy real. Primero estaba presenciando lo que sucedía, a la distancia. Al instante, me sentí dentro de su cuerpo. Sentí el dolor por cada golpe. Basta con decir, que no se lo deseo a nadie.      

   Me acosté. Intenté enfocarme en la comodidad del colchón. Recordaba los tiempos en que disfrutaba de ir a dormir. Ahora, todo se había reducido a un estado de insomnio casi permanente. Sumado al hecho de que era difícil sobrevivir con la plata que me llegaba de mi tío. Era prisionero de mi casa. En ella me criaron, y luego quedé solo cuando partió mamá.

    Cerré los ojos. Vino a mi mente la cara de Brenda. Sus grandes ojos color miel. Y su boca sugerente y delicada. Era muy parecida a la conductora de Dalo todo. ¿Qué sería de su vida? De seguro, ya estaba haciendo carrera. Ella era la que me impulsaba a levantarme cada día durante nuestra relación. Un ruido metálico sonó, sin poder distinguir de dónde provenía. Todavía estaba tiempo de recuperarla. Si hoy la recordaba, quizás ella lo había hecho antes que yo. Tenía a mano un plan para volver al trabajo. Tal vez podía vender mi colección de comics. Comprar una ropa decente para la entrevista, y tomar el primer empleo como repositor que encontrara.

   Me había olvidado la importancia de madrugar para conseguir algo en la vida. Lo que me llevaba a pensar que mi plan pasaría para dentro de dos días. Por lo pronto, me bastaba con intentar dormir. Por fortuna, todavía no había luz que traspasara la persiana. Pero no sabía cuánto tiempo había pasado divagando en la cama. Desaceleré el ritmo de mis pensamientos. Intenté recurrir a alguna relajación. Escuché un ruido metálico otra vez. Sin darme cuenta, un miedo irracional llegó a mí. Pero ya era tarde, me había sumergido en la oscuridad. Los párpados no se levantarían.

    A la pantalla negra sucedió un pasillo estrecho, que me parecía ya haber recorrido. Pasaba por un camino de cemento rodeado de paredes descascaradas. Escuchaba ruido de unos barrotes. También, ladridos de perros a lo lejos. A la distancia veía el fin del pasillo. Tenía ganas de despertar, porque no quería saber que aparecería después. Pero, por más énfasis que pusiera en eso, mis técnicas de meditación no funcionaban a la inversa. No podía despertar. No quedaba más que aceptar que llegaría a descubrir que había luego del pasillo.

    Al llegar a la siguiente escena, un cuerpo enorme estaba tirado en el piso. Sus muñecas habían sido atadas a unas gruesas cadenas. Un alto en el ruido de golpes. Pude acercarme un poco más, con miedo de que el torturador me descubriera. Las penumbras estaban a mi favor. Otra vez vi el mismo escenario: un enorme hangar por donde apenas se asomaba la luz por los agujeros del techo. Un hombre pequeño abrió la puerta, que cerró luego con dificultad. Caminaba evidenciando una renguera. Su cara estaba cubierta por una máscara negra, al igual que el compañero del látigo. El rengo llegó hasta el centro, donde se llevaba a cabo la golpiza. El recién llegado señaló un gran charco de sangre.

    —Creo que ya no reacciona.

    —Todavía respira.

    De hecho, se notaba un ligero movimiento en el cuerpo del grandote. Eso inició una nueva ronda de latigazos a los que asistiría como único espectador. Pero algo me decía que un intruso no sería bien recibido. El cuerpo no emitía sonido alguno. Con un nuevo golpe, sentí en carne propia el dolor. Tan fuerte como en la pesadilla anterior. Sólo que, esta vez, no dejé de sentirlo. Y me di cuenta de que, por más que quisiera soñar con un insomne desempleado que decide reconquistar a un viejo amor, mi mente era capaz de recurrir a cualquier personaje con tal de evadir el dolor. Hace rato que estaba atrapado en ese lugar, y era cuestión de días hasta que mi cuerpo abandone su resistencia. Evité emitir quejido alguno. Sólo tenía mi voluntad. Me enfoqué en la cama, y en regresar a ese milagroso limbo, donde yo era tan solo una pesadilla.


















SIN TITULO
una Poesia de
Brenta, Marcelo Carlos
publicada hace 57 dias

Miercoles 13 de Marzo del 2024
Recomendo una Obra de Brenta Marcelo Carlos
"SIN TITULO"


                              antes
                            de
                          que
                        caiga
                       el
                     sol
                    recogeré
                  un
                ramillete
               de
              palabras
             frescas
              para
               halagar
                la
                  noche
                   y
                      colmar
                       la
                         luna
                           de
                             poesía

--
Fotografia de Agus Brenta
   


LA CASA DEL RÃO
una historia de terror de
Villar, Damian
publicada hace 105 dias

Miercoles 13 de Marzo del 2024
Recomendo una Obra de Villar Damian
"LA CASA DEL RÃO"

     LA CASA DEL RÍO
      Aquella casa. Aún sigue en mi mente…No era gran cosa: un comedor, una cocina, una habitación, un baño y un lavadero… Un pequeño jardín al fondo y rejas al frente. Nada del otro mundo. Lo típico. Lo usual. La distinguía solamente de las otras casas de la cuadra, el hecho de ser una de las pocas que había sido construida  a  un metro del nivel del suelo, razón más que justificada por estar ubicada a una cuadra del río y  a las permanentes inundaciones que supieron tener lugar hace algunas décadas atrás, cuando el río solía crecer y desbordar con mucha mayor frecuencia. En esos otros tiempos, supo haber sido la casa de mi abuelo materno, adonde yo iba de visita de pequeño y luego de fallecido él, había devenido por unos años en una suerte de pequeña casa de fin de semana a la que íbamos con mis padres y mi hermana a pasar las tardes de los domingos. Con los años, había quedado vacía, con un cartel de venta en el frente. Sus paredes se habían ido descascarando, la humedad se había apoderado de los rincones, la madera de los placares estaba humedecida y la casa había adquirido un aspecto triste, como todo aquello que alguna vez supo verse bello y luego se ha venido a menos. Pero su recuerdo imborrable no tenía que ver con cómo era o mis anécdotas de pequeño allí, sino por lo que aconteció una noche en ella.

El tiempo había pasado, yo ya estaba bastante crecido y escapando de una complicada situación familiar en mi casa paterna de toda la vida, había decidido irme a vivir solo allí, en busca de un poco de intimidad y tranquilidad.

El día era llevadero, pero la noche…

Las noches eran difíciles de transitar. No me acostumbraba todavía a vivir solo. No podía hacerlo. No sabía cómo. Esa soledad que tanto había buscado se me volvía en contra.

La casa estaba un tanto alejada de las demás: solitaria y apartada. El barrio había cambiado. Ya no era el de antes. Se había vuelto una especie de pueblito fantasma alejado del centro donde nadie sabía bien quién era quien. Un viejo almacén a lo lejos, en una esquina, era el único comercio cercano y  bajaba la persiana a la seis de la tarde dejando una de las pocas luces  encendidas junto con las de los postes de la calle, las cuales titilaban al ser movidas por el viento, anunciando tal vez alguna  sudestada. A los vecinos de día muy poco se los veía salir y apenas oscurecía, se encerraban como presos en sus casas y ya nunca más se los volvía a ver.  Yo, irremediablemente, también hacía lo mismo y por las madrugadas de insomnio observaba expectante por la ventana del frente, en medio de la penumbra, la vereda vacía y aquella callecita angosta y desolada  que pasaba delante de la casa y se perdía en el puentecito que atravesaba el río, allá, en el medio del monte lejano lleno de  árboles negros y altísimos…Hacia allí observaba yo todas las noches hasta tarde, a la espera, tal vez, de alguna señal de vida allá fuera. Muy de vez en cuando, cada cuarto de hora,  se observaba como todo un acontecimiento, pasar por esa misma calle rumbo al puente algún alma extraña en bicicleta, personas anónimas envueltas en la oscuridad de la noche que causaban cierto estupor ante lo desconocido y potencialmente peligroso de sus existencias…  Cada una hora, las luces de algún auto extraviado iluminaban la neblina espesa buscando alguna salida posible a lo lejos, tratando de llegar al centro…

 La atmósfera era rara. El viento sacudía las chapas del techo y hacía temblar los ventanales, y ese temblor repentino, resultaba intimidante. Yo bajaba las persianas por completo a modo de precaución: el tenerlas abiertas a esas alturas de la noche dejando ver a algún desconocido a los lejos el interior iluminado de la casa, para mí, era peligroso, extremadamente arriesgado…El pensarme allí, rodeado de la oscuridad circundante, solo, encerrado bajo llave, envuelto en el silencio de la noche, ajeno a todo y en medio de la nada… hacía que una sensación de inseguridad permanente me invadiera. Aislado por completo, el más pequeño ruido proveniente del jardín oscuro o de la calle desolada, me hacía poner los pelos de punta, sugestionándome por completo. Sensación que se agigantaba aún más por no tener, insisto, a nadie cerca con quien compartir mi aflicción. Como si fuera poco, una retorcida vuelta de mi mente me jugaba una mala pasada: me asaltaba de a ratos, también, en medio de la noche oscura y misteriosa, el recuerdo del velatorio de mi abuelo, hecho en esa misma casa, en esa misma habitación. Justo en el centro del cuarto donde yo dormía, había estado el cajón con su cuerpo, en el mismo lugar donde estaba ubicada ahora mi cama.

En fin, el día era dentro de todo llevadero, pero las noches…

A pesar de todo…Yo hacía mi vida. O eso trataba.  Todos los días, tomaba coraje, rompía mi encierro y  a eso de la tarde, salía temeroso de la casa y me iba caminando varias cuadras rumbo al centro del pueblo hasta la estación del tren para dirigirme  al trabajo que tenía yo a unas cuantas estaciones de allí. Como la casa quedaba sola durante mi ausencia, había tomado como hábito, apagar todas las luces de su interior para que no permanecieran encendidas.

Al regresar por la noche, una vez ingresado en la casa en penumbras, había notado varias veces que por algún motivo ignoto, la luz del baño permanecía encendida, a pesar de haberla apagado previamente antes de salir…

Pensé que se trataba de una mala pasada que me jugaba mi olvidadiza memoria que seguramente me había hecho olvidar el haber dejado encendida la luz del baño, antes de salir rumbo al trabajo… Pero no.

Aquella tarde, antes de salir de la casa, recordé lo de la luz del baño con especial atención dedicándole la importancia que, hasta el momento, otras veces no le había dado por haberlo considerado un asunto menor, insignificante. Esa tarde me aseguré personalmente antes de salir que la luz del baño estuviese apagada. Y efectivamente lo estaba.  Me cercioré de qué así fuera. No solo una vez, sino varias veces. Luego, cerré con llave la puerta de calle y me fui…

Al regresar a las pocas horas, la luz del baño estaba encendida.

Esa noche no pude dormir. Especulé varias razones lógicas que pudiesen explicar aquel suceso. El miedo a algo potencialmente desconocido me sugestionaba.

Al rato, convencí a mi mente  haciéndole creer que posiblemente se tratase de un desperfecto técnico, algo vinculado con esos temas de la electricidad que por desinterés e ignorancia en esa materia, desconozco y nunca he terminado nunca de comprender... Aquella explicación cuasi científica me tranquilizó un poco y me hizo retomar el control de mis pensamientos. Así por lo menos, pude pegar un ojo entrada la madrugada. Solo, así estaba yo…completamente solo, en esa casa con la noche oscura y fría allá afuera.

Al día siguiente, algo consternado todavía por lo sucedido, decidí tomar una decisión drástica: desenroscar la lamparita del portalámparas del baño, guardarla en el botiquín y así dar por terminado el asunto. Luego, apagué el resto de las luces de la casa, cerré todo con llave y me fui para el trabajo como siempre.

Al regresar por la noche, abrí la puerta de calle, ingresé a la casa a oscuras y a lo lejos, dirigí mi mirada a la puerta entreabierta del baño… Sucedió lo que tanto me temía…

 La luz estaba encendida.

 

 




ESMERALDAS Y RUBÃES
una historia de terror de
Prack, Alicia
publicada hace 2 años y 181 dias

Miercoles 13 de Marzo del 2024
Recomendo una Obra de Prack Alicia
"ESMERALDAS Y RUBÃES"

«En el universo de vanidades, algunos adquieren lustre y otros ni siquiera alcanzan a brillar.» 

La retórica parece ser el portal de una gran escena, la primera de una cadena de momentos que, juntos y enlazados van perfilando una historia que promete algo diferente, atractivo y tentador.

Una botella de vino puede ser un detonante que cambia un supuesto destino por otro inesperado, que nos convierte en seres primarios, asustadizos y empequeñecidos.

Nada de lo antedicho podría ocurrir. Porque una botella de vino tiene duendes pícaros chapoteando en un pequeño mar de uvas y espuma, y cuando Esmeralda la toma del refrigerador, la escena, prolongada más de lo debido, responde a uno de los eslabones urdidos con la maestría que otorga el despecho. Y su próximo viaje a Marruecos es la excusa ideal para simular una despedida informal.

La secuencia fotográfica de ella sosteniendo el envase en su mano izquierda y el sacacorchos en su diestra, no insinúa más de lo que muestra: una reina en su contexto hogareño. Pero Esmeralda hace una cosa mientras piensa otra.
Las manos ágiles liberan el pico generoso de una botella que trae en su interior no solamente promesas de sabor, aroma y color, sino toda una jugada que pretende ser casual. Las fuentes con bocadillos de caviares y salmones, junto a las frescas burbujas de las copas, sacian en parte apetito y sed, llevados al extremo necesario de su maniobra.

La mujer deslumbra a todos con su atuendo audaz, y sabe que se lo dicen sin cumplidos, al sorprender furtivas miradas hacia su humanidad.
-No existe en el mundo otra amiga como Esmeralda -dice un adulón con la voz velada por el champagne.

Pero hay muchas Esmeraldas en el mundo. Tan iguales y tan diferentes. Como existen también rubíes para deslumbrar y regalar, piensa la mujer.

El costoso vestido es un adorno disuasivo tan letal como inesperado para cada uno de los comensales que están allí esa noche, reunidos a la mesa de una anfitriona que se adueña de sus almas.

Suena fatal, es verdad, pero Esmeralda, con un interés en el arte culinario que todos desconocían hasta ese momento, es capaz de sentarse en actitud felina a la cabecera de la mesa, mientras descansa sus manos enjoyadas sobre el encaje azul del mantel, para dar la orden a la empleada de servir la comida principal.

Es premeditada la demora en servir la cena, calculada la temperatura del vino y muy sensual el placer de ver esas bocas hambrientas saboreando con gran gusto, los bocados con corazón de rubíes. Rubíes perfectos, en su estuche de terciopelo, destinados a una amante de turno, mencionada en una pequeña tarjeta personal, ocultos en una caja de seguridad que había quedado abierta por un descuido. Quinientos maravillosos quilates en gemas birmanas, ahora impalpables, nadando en los tubos digestivos de su querido grupo de voraces amigos.

A Esmeralda no le llevó demasiado tiempo ver sus propósitos realizados, los observa echados sobre los sofás y sillones en poses patéticas, como estatuas grotescas, inmóviles, entregados al sueño eterno. La empleada, única testigo de la masacre hace la denuncia policial y se aleja de la puerta de entrada de la casa del terror, para esperar a los móviles.

Ninguna imagen propalada en los noticieros matutinos le hace justicia a su belleza. Pero ¿fue el hastío empalagoso qué motivó a Esmeralda a preparar este menú tan especial como mortal? No. 

-Aquellos amigos que siempre estaban dispuestos a rodearla y cubrirla de falsos gestos de amistad, conocían las andanzas e infidelidades que su cónyuge llevaba a cabo a sus espaldas. La traicionaron, por supuesto, sin lástima. Lo contrario hubiera sido quedarse sin las noches de lujos y diversiones que Esmeralda les brindaba para emparchar soledades inconfesables -explicaba ante las cámaras de televisión, un fiscal del caso.

FIN


Alicia Prack©2011
 Derechos Reservados
SC N° 1105079160729
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DESAFíO
un Microcuento de
Rosenfeld, Marcela
publicada hace 43 dias


Publicada el Domingo 10 de Marzo del 2024, publicada hace 43 dias
" DESAFíO "

Era sencillo. Teníamos que llegar a la esquina, y no tocar al perro. Pero esa orden, trivial para muchos, era imposible de cumplir, para alguien blandengue como yo. Todo por acariciar ese grasiento pelaje, y ver su cola moverse.
Toda la estafa se arruinó por mi estupidez. El can buscó jugar conmigo; cuanto más lo evitaba, más aumentaban sus demandantes ladridos. La banda de Lofredo nos encontró muy rápido. Se llevó el bolso con el dinero que le robamos. No sin antes, darnos la paliza de nuestras vidas. Mientras el perro descansaba al lado nuestro, sin defenderme.


"DAMA REFINADA"
una Poesia de
Manzi, Mariana
publicada hace 56 dias

Martes 27 de Febrero del 2024
Recomendo una Obra de Manzi Mariana
""DAMA REFINADA""

La poesía camina
por el puente del
encanto.
Con sus sentires
convierte a los
quebrantos en
luciérnagas eternas.
Las palabras 
recorren su piel
de porcelana
y mueren sobre
su alma de 
papel.
Dama refinada
vestida por la
inspiración no
hay pluma que
no la busque 
e intente poseerla
con pasión.
#ElmundodeMaru.




ESPLENDOR
un Microcuento de
Rosenfeld, Marcela
publicada hace 56 dias


Publicada el Lunes 26 de Febrero del 2024, publicada hace 56 dias
" ESPLENDOR "


El cielo cambió su tonalidad, a medida que la tarde culminaba. Disfrutaba de mi paseo diario por Mar del Plata. Me gustaba detenerme en los nombres de los famosos en el cemento. Observaba las formas de las manos, cuyos artistas habían dejado literalmente su huella en la  ciudad.
Se me ocurrió un acto de rebeldía. Posé mis manos en las de una famosa actriz. No pude anticipar lo que ocurriría. La vereda se llenó de gente. Un gran público me aplaudía. Algunas personas me fotografiaban con cámaras antiguas. Me asusté y solté la vereda. Todo volvió a ser como antes.


LOS HéROES BAJAN DE LAS ESTATUAS
una Poesia de
Duarte, Nelida
publicada hace un año y 256 dias

Lunes 26 de Febrero del 2024
Recomendo una Obra de Duarte Nelida
"LOS HéROES BAJAN DE LAS ESTATUAS"

Poema de mi autoría .MENCIÓN EN EL 29 CERTAMEN INTERNACIONAL DE LA POESÍA  , Plaza de los poetas ,  JOSÉ PEDRONI.
Los héroes bajan de las estatuas
Los veo impertérritos ,
firmes ,
ajenos a la circunstancia .
Por ser humanos ,
más allá de lo humano .
El fuego que los consume ,
no les deja ver las miserias .
Fuego cruel ,
que los dejó
sin familia , sin hijos , solos .
Sacrificaron lo cotidiano ,
por inciertos proyectos .
La flecha de la vida ,
les quebró la mirada .
Pero soñaron ,
siguieron soñando ,
en arduas vigilias ,
 de desaliento .
entre el suelo
y el cielo .
No quisieron pacta
con el diablo .
Fueron dioses
por un rato .
Por un instante se miraron ,
en el espejo
de la historia.
en medio del fragor
de la batalla
 se reconocieron.
Vieron la victoria ,
no la del momento .
Y fueron , sin saberlo ,
a tientas ,
por aquello
que los hombres ,
no pueden retener .
Tocaron , con la punta
de los dedos ,
el tiempo detenido .
San Martín , Moreno , Belgrano ,
me dicen ,
"No nos rendimos " ,
viviremos  donde más alienta
el aliento ,
en los labios ,
d los hombres .
Nélida Trinidad Duarte
DERECHOS RESERVADOS





CRóNICA
un Microcuento de
Rosenfeld, Marcela
publicada hace 60 dias


Publicada el Viernes 23 de Febrero del 2024, publicada hace 60 dias
" CRóNICA "


Una balacera se abrió paso contra el muro. Acribillaron varios sujetos que se habían fugado, luego del robo al Banco Central. Apagué el televisor. Era un alivio saber que esos hechos solo ocurrían en películas. Acaricié al gato y le di comida, antes de salir para el trabajo.   
    La calle estaba demasiado silenciosa para ser hora pico. Subí al auto, cargado de paciencia. Sería un largo viaje. Al llegar a General Paz, mi auto desapareció. Pude ver todo mientras levitaba. Flotando observé, que lo de la tele no era ficción. Mi cuerpo estaba deshecho contra el muro.


TARDE
una Poesia de
Duarte, Nelida
publicada hace 64 dias

Viernes 23 de Febrero del 2024
Recomendo una Obra de Duarte Nelida
"TARDE"


Tarde
La tarde enrojece
sus orillas.
Desmaya el sol ,
en un gris - apocalipsis ,
tengo frío .
El ruiseñor no está
junto a mí ,
es más pavorosa la soledad .

Sangran los jirones
del día .
Tengo frío
mi hermosa estirpe
no está conmigo ,
tengo frío,
frío azul ,
anhelante .
La flor encarnada ,
está con su raíz .
Yo mujer origen ,
estoy sola .
Señor , si no fuera por ti ,
¿que haría ? .
Tengo frío ,
en la ciudad vil ,
mentirosa , asesina .
El ángel se ausentó
yo desgarro arrorós y lágrimas .
Tengo frío ,
el paño rojo ,
desgarrado ,
se funde en negros
horizontes .
Padre , eres mi único refugio.
NÉLIDA TRINIDAD DUARTE .PUBLICADO EN ANTOLOGÍA POR EDITORIAL DUNKEN.


VIDAS PARALELAS
una Poesia de
Laurenti, Ruben Dario
publicada hace 60 dias

Viernes 23 de Febrero del 2024
Recomendo una Obra de Laurenti Ruben Dario
"VIDAS PARALELAS"


Me bastan apenas unas gotas
de esta tormenta a la cual no invité,
para que esta noche de nostalgia
me revuelque en las miserias
a las que por ti me doblegué.

Sentada frente a mi,
aun me siento solo
¿Y todo esto para qué?
Es lo que por dentro
me reprocho y me pregunto.

Y es que hay cosas que aun
no fueron dichas en el corolario
de nuestras vidas paralelas.

Yo fui la razón de tus enojos
y tu, el motivo de mis ilusiones.
Por si acaso, de algo te consuela.
¿Será que no me equivoco?

La lluvia se resiste, impiadosa
a marcharse como lo harás tú.
Y aunque una parte de mi
quiere abrazarse a tu piel
me atragantan las palabras.

Esas que nunca serán dichas
de nuestras vidas paralelas.
Yo fui la razón de tus engaños
Y tu, el motivo de mis perdiciones.
Por si acaso, con algo te consuelas.

La lluvia descargará tus llantos.
Los míos estallarán, quien sabe
detrás de aquella puerta.

Cuando te vayas esta noche
inútil será que diluvie, al cabo
Tu vida y la mía semejarán,
la inconclusa novela.


SE MIMETIZA LA MARIPOSA
una Poesia de
GONGORA, Gabriel
publicada hace 62 dias

Miercoles 21 de Febrero del 2024
Recomendo una Obra de GONGORA Gabriel
"SE MIMETIZA LA MARIPOSA"

           se mimetiza
la mariposa
en el árbol
    perdido en el bosque

            se asemeja
a un enamorado descarriado
con el corazón roto
    perdiendo el tiempo

            se siente halagada
porque admiran su extraña belleza
transeúntes ocasionales
    perdidos en el bosque

            se adhiere
a la corteza del árbol
como un vagabundo maltrecho
    perdido en el tiempo

            se percibe interesante
como una mujer valiente
distinta a todo
   perdida en el bosque
   perdida en el tiempo




(FOTOS PROPIAS)


AñORANZA
un Microcuento de
Rosenfeld, Marcela
publicada hace 62 dias


Publicada el Martes 20 de Febrero del 2024, publicada hace 62 dias
" AñORANZA "
Se besaban y se despegaban. Se unían y se volvían a separar. Así jugaban las manchas de mi café con leche. Me preguntaba qué pensaría Borges. ¿Eso que importaba? Dudo que alguna vez él haya pisado ese lugar de San Telmo.
La comida del bar no era buena. No la consideraba “notable”. Pero disfrutaba la vista a la plaza, desde la ventana. Eso, y que me dejaran irme sin pagar. Salía a pedir plata a los turistas. En general, no me alcanzaba para un hotel. Tenía que dormir en la calle. Al otro día, el café volv­ía a recibirme.